DEMOSTRAR EL DESEO POR QUERER CAMBIAR Y GANAR MADRID

Demostrar el deseo por cambiar y ganar Madrid es el primer ingrediente que el Partido Socialista Obrero Español de Madrid tiene que incorporar a su receta. La ciudadanía no es tonta y no se va a creer que quienes durante 22 años no han conseguido cocinar el cambio para ganar en Madrid, lo puedan guisar ahora.

Es imprescindible incorporar nuevos ingredientes, una nueva forma de hacer política, propuestas audaces con personas capaces y novedosas que demuestren un auténtico deseo de producir ese cambio que Madrid necesita después de 22 años de gobierno del Partido Popular, y aún pueden quedar dos si nadie lo remedia. Estamos hablando del gobierno de la Gúrtel, de la Púnica, de Lezo y del austericidio y a ese modelo corrupto e indecente, los que llevan 22 años no han conseguido ponerle fin.

La ciudadanía no es tonta. Nadie se va a creer que después de 22 años, ahora se les haya ocurrido la receta mágica para cambiar y ganar Madrid, y aun teniendo o conociendo la receta, los usos de la cocina son los mismos, hacen falta nuevos cocineros, se agradece el trabajo realizado pero es el momento de mostrar el deseo incuestionable de querer cambiar y ganar Madrid.

Este deseo tiene que mostrarse por la propia militancia, con la elección directa de su máximo dirigente y tiene que ser incuestionable. No es posible que quienes durante 22 años se han llenado la boca de promesas que nunca se han cumplido vengan ahora a cambiar sus usos y costumbres. La militancia sabe que la ciudadanía no es tonta y que con los mismos de siempre, con 22 años de oposición como carta de presentación no se puede convencer a nadie de que se tiene el deseo de cambiar y ganar Madrid. Ese deseo se muestra en falso, no es creíble.

Para que el Partido Socialista Obrero Español de Madrid sea creíble en su deseo de cambiar y ganar Madrid está obligado a cambiar de caras, pero no solo de caras, detrás de esas caras están las nuevas propuestas, detrás de esas caras hay personas preparadas, detrás de esas caras hay un enorme deseo e ilusión de cambiar y ganar Madrid.

Tres son los ingredientes de esta receta:

  • Tener propuestas políticas elaboradas contando con la toda la militancia y, por supuesto, con la ciudadanía. Propuestas que resuelvan con urgencia las necesidades más apremiantes de los madrileños. Propuestas que pongan a las personas por encima de los intereses oligárquicos.
  • Personas capaces para llevar a cabo las propuestas políticas. Personas elegidas por toda la militancia. Nunca más personas que se reparten los cargos como si de un botín de guerra se tratara. Nunca más personas que su único medio de vida sea la política.
  • Deseo, trabajo y fuerza de voluntad. Dicen que los hábitos matan el deseo, 22 años de practicar los mismos hábitos, una y otra vez, acaban con el deseo y muestran el acomodo y la falta de fuerza de voluntad, por eso los de siempre no son creíbles para la ciudadanía, y la ciudadanía no es tonta.

Estos tres ingredientes son, en mi opinión, la fuerza que está demostrando la candidatura de Juan Lobato a la Secretaría General del Partido Socialista Obrero Español de Madrid

Enrique del Olmo era mi opción, pero no conseguimos pasar el corte de los avales. Enrique me ha enseñado a cocinar con estos ingredientes, su proyecto político, su capacidad y su deseo por cambiar y ganar Madrid deberían haber sido suficiente aval.

Los militantes toman la palabra de forma directa con su voto, este es el momento de demostrar a los madrileños que tenemos el deseo, la fuerza de voluntad, las personas más capaces y el programa político para cambiar y ganar Madrid. No valen excusas. Para mostrar el deseo de querer cambiar y ganar España hay que desear querer cambiar y ganar Madrid.

Por todas estas razones algunos nos hemos sumado a la candidatura de Juan Lobato y nos unimos con el mismo deseo que siempre hemos tenido para cambiar y ganar Madrid.

Mi plato del día: El que está cocinando Juan Lobato.

Madrid, 29 de septiembre de 2017

LA CONSOLIDACIÓN: UN OLVIDO DE LIBRO. AHORA TOCA PLEGARSE ARRIESGANDO.

El 20D no bastó con ganar el territorio, al parecer había que consolidar las fuerzas..

He cometido el siguiente error: he pensado que el voto de Podemos, las confluencias e Izquierda Unida era un voto consolidado. Gran error.

Las elecciones han demostrado este error. La pérdida de 1,2 Millones de votos de Unidos Podemos muestra lo efímero de parte (aproximadamente el 20%) de los votantes de esta formación. Se mantiene el territorio, 71 escaños, pero se reducen los ejércitos.

Una vez que se comete este error, la batalla cambia radicalmente de estrategia, y la batalla se pierde; cuando intentas tomar un bastión y no lo consigues, has perdido la batalla, más aún cuando miras detrás y ves como una parte de tu ejército te abandona.

Ese ha sido el error, el mío y el de la estrategia de Unidos Podemos. De primero de El Arte de la Guerra.

¿Qué hacer?

En mi opinión, Unidos Podemos y todas las confluencias deben ofrecer su voto favorable a una investidura del PSOE, sin condiciones y sin formar gobierno conjunto; el control se hará con cada negociación específica en el Parlamento.

Nunca votar a una investidura del PP, obvio, y nunca votar un pacto, como el del 20D, PSOE con Ciudadanos, igualmente obvio.

¿Qué puede pasar?

La pelota estaría en Ciudadanos. Si esta formación no quiere que gobierne Rajoy, podría adoptar una posición parecida a la de Unidos Podemos: ofrecer su voto favorable a una investidura del PSOE, sin condiciones y sin formar gobierno conjunto; el control se hará con cada negociación específica en el parlamento.

¿Qué riesgos?

Todos, entre los que se incluye continuar con la pérdida del ejército.

¿Qué se gana?

Que no gobierne el PP.

¿Qué se intenta conseguir?

La regeneración democrática, atender a la emergencia social y que no se apliquen políticas económicas neoliberales.

¿Cuánto tiempo?

Máximo dos años. Ese sería el único compromiso a admitir por las tres formaciones políticas.

¿Final?

Cómo ha pasado hasta ahora, no suelo acertar. Así que todo esto no es más que el humilde intento de salir del atolladero en el nos hemos metido e intentar mirar hacia delante, sin buscar excusas en otros ni en el pasado. Reconocimiento de error, vista al frente y a buscar soluciones.

¿ESTO ES UNA TIENDA O UN PARLAMENTO, SOY CANDIDATO PORQUE ES MI TURNO O SOY CANDIDATO PORQUE TENGO ACUERDOS?

Decía Hannibal Lecter, en el Silencio de los Corderos, que para entender y comprender los sucesos había que remitirse a los principios básicos, al origen de las cosas.

Voy a intentar hacer memoria para poder entender la situación actual, que otra cosa podría haberse hecho y que se debería hacer tras las próximas elecciones, si llega el caso.

Después de los resultados del 20D, era cristalino que para poder ser investido Presidente y formar Gobierno, no quedaba más remedio que llegar a acuerdos políticos. Por las declaraciones y posicionamientos de las diferentes fuerzas políticas pareció evidente que: 1º El PSOE y el resto de fuerzas políticas, excepto Ciudadanos, no apoyarían un gobierno del PP; 2º Todos coincidían en que el primer turno correspondía a la fuerza más votada, el PP, así era asumido públicamente; 3º El PSOE declaró que no entraría a hablar o acordar con el resto de las fuerzas políticas hasta que una vez pasado el turno del PP -que consistía en no conseguir la investidura (ver 1º)- le tocara el turno a su candidato.

Es decir, según estos principios, Felipe VI tenía que a) ir designando para formar gobierno según el resultado de las elecciones: 1º, 2º, …(La Tienda) y b) sin considerar el principio de “la posibilidad de formar gobierno o ganar la investidura” (El Parlamento); creo que de acuerdo con el principio parlamentario de nuestro estado tendría que tener más valor la b) que la a). Según la b) es como se entienden las consultas a las fuerzas políticas, mostrando estas su voluntad de apoyar o no a un determinado candidato; es decir, se tenía que haber buscado a un candidato que tuviera la posibilidad cierta de ganar la investidura y configurar un gobierno. Bajo el principio de conseguir ganar la investidura, Mariano Rajoy declinó la invitación de Felipe VI, toda vez que no tenía los apoyos suficientes para formar gobierno. En mi opinión, el Rey una vez escuchado a las fuerzas políticas y a Rajoy de que no tenía los apoyos suficientes, no debería haberle insinuado que le iba a proponer como candidato, dando así valor al sistema parlamentario.

En esas primeras entrevistas con el Rey, donde se despiden diciendo “nos volveremos a ver pronto”, todos daban como echo cierto que el PP no conseguiría los apoyos necesarios; pues bien, en esas primeras entrevistas, Podemos le transmite al Rey que ellos están dispuestos a formar gobierno con el PSOE; Pablo Iglesias, en la rueda de prensa posterior a su charla con el Rey, explica su conversación y transmite su propuesta a los medios, que sirve a su vez para transmitírsela al PSOE (Tenemos que recordar que el PSOE decidió no negociar con nadie hasta que Pedro Sánchez no fuera designado candidato de acuerdo con los turnos, la Tienda, y no con la posibilidad de formar gobierno, el Parlamento). En la rueda de prensa de Pedro Sánchez, este no le dio mayor importancia al asunto de la propuesta de Podemos (mi visión personal), mientras que desde algunas partes del PSOE se interpretó como una humillación al PSOE y cosas peores. Lo cierto, es que con el empeño del PSOE de que el Rey propusiera como candidato a Rajoy, según el turno, y así diera comienzo el “reloj de la democracia”, se buscaba humillar al PP, puesto que había quedado claro, que ni siquiera en la segunda vuelta se iba abstener otra fuerza política que diera la mayoría simple al PP más Ciudadanos. Sencillamente Rajoy no quería pasar por esa humillación, y le entiendo. Personalmente, no me expondría a una situación donde fuera a recibir una cantidad incontable de golpes, dialécticos y políticos, sin obtener nada a cambio.

Creo que la nota de la Casa Real debería haber sido más del tipo: “Una vez consultadas a todas las fuerzas políticas, ninguna nos ha transmitido su capacidad para obtener una mayoría parlamentaria con la que se pueda formar gobierno o ganar la investidura, por lo que iniciaremos una segunda ronda de consultas cuando algún candidato vea factible ganar la investidura”, y el Rey no hubiera puesto al descubierto la humillación que supone ser rechazado (Cuando alguien nos rechaza, todos y todas sentimos un cierto desasosiego y humillación, Felipe VI no va a ser diferente) y, lo que es más importante, el sistema parlamentario hubiera salido reforzado frente al sistema de “por turnos”. Para excusarles (Al Rey y a Rajoy) diré que, quizás la inexperiencia, el enfrentarse a unos resultados electorales sin mayorías evidentes o un mal asesoramiento derivado de las “costumbres” dio por traste esta situación. Y Rajoy, aun no queriéndolo, salió igualmente humillado al darse a conocer su rechazo a la propuesta del Rey (Joder, que es el Rey quien te propone), es decir, lo que quería evitar se produjo pero peor. Se le llamó irresponsable, desleal, se le acusó de parar el “reloj de la democracia” y tantas otras cosas.

Entonces se inicia la segunda ronda de contactos, que sin aprender de los resultados de la primera (o quizás sí), se iba a proponer al 2º por turnos según los resultados del 20D. Al parecer nadie había entrado en conversaciones para llegar a acuerdos que permitieran una mayoría suficiente para conseguir la investidura, a excepción de Podemos que le había hecho una oferta al PSOE y que el PSOE no entró a valorar; bueno sí la entro a valorar, pero me voy a evitar los comentarios tanto del PSOE como de Ciudadanos, alguna prensa, los míos y los de algunos otros, ya que no añaden nada a esta disquisición.

Supongo que el Rey estaría informado por sus asesores (leerán la prensa, hablarán por teléfono, conversarán entre ellos, se transmitirán la información, la analizarán) de los diferentes planteamientos que tenían las fuerzas políticas; creo que se podía deducir, y a la vista están los resultados, que un acuerdo entre PSOE y Podemos era el más viable, ya que alguna fuerza nacionalista estaba dispuesto a apoyarles, el PNV por ejemplo (ya lo había declarado) y otras a abstenerse; también parecía evidente que un acuerdo del PSOE con Ciudadanos no iba a recibir el apoyo de las demás fuerzas políticas derivado de: El PP no iba a apoyar, ni por activa ni por pasiva, nunca a un candidato del PSOE (y para deducir esto no hace falta ser muy experto); que Ciudadanos como formación está absolutamente enfrentada a las fuerzas nacionalistas o independentistas; y, que Podemos y Ciudadanos se vetaban mutuamente (algo lógico dado el carácter del discurso político de cada una de ellas y sus propias manifestaciones).

El PSOE seguía empeñado en no entablar conversación alguna hasta que Pedro Sánchez no fuera designado. Sabíamos dos cosas: no apoyaría nunca a un gobierno del PP y no buscaría el apoyo de las fuerzas nacionalistas-independentistas (Así se determinó en el Comité Federal).

¿Cómo convenció, entonces, Pedro Sánchez al Rey de que era capaz de configurar una mayoría suficiente para resolver la investidura? O no lo hizo. Empecemos por esto último.

Su designación lo fue porque le tocaba, fue 2º (La Tienda) -sin considerar la posibilidad o no de obtener una mayoría para ganar la investidura (El Parlamento)- y además ponía en marcha el famoso “reloj de la democracia”. Esta forma de actuar es cuanto menos cuestionable, es posible que tanto el Rey como Pedro Sánchez hayan reflexionado poco, exactamente igual que todos los demás (o mucho, según las razones que se den, que me gustaría conocer, las de verdad) y por eso estamos donde estamos. El Rey ha sufrido una segunda humillación, su segundo candidato, que esta vez sí admite presentarse, no llega a resolver el problema (El segundo entrenador de la temporada te baja al equipo a segunda división, para entendernos).

Otra cosa sería que Pedro Sánchez intentara convencer o convenciera a Felipe VI de que era capaz de conseguir la investidura; a lo que, Felipe VI tendría que haber preguntado ¿Cómo es posible si no te has sentado a negociar con nadie? ¿Cómo lo sabes tan certeramente? ¿Lo vas a hacer con Podemos o con Ciudadanos? Para terminar indicando a Pedro Sánchez, algo evidente y que sabía el propio Pedro y que el Rey debería conocer o, al menos, estar debidamente asesorado al respecto: Yo creo que Podemos y Ciudadanos son incompatibles, se vetan así mismos, o al menos es lo que tengo entendido.

El “reloj de la democracia”, tal y como se nos quiere hacer entender, se pondría en marcha con la primera sesión de investidura. Ese reloj, al parecer para algunos, señala el tiempo que transcurre entre la sesión de investidura hasta convocar unas nuevas elecciones, en caso de que ninguna fuerza política consiga formar gobierno o ganar una investidura, dos meses. Por consiguiente, quien aceptó ponerlo en marcha, puso en marcha un plazo inalterable, sabiendo además que de no conseguir la investidura en dicho plazo, habría nuevamente elecciones y el gobierno seguiría en funciones. Y todo esto sin haber empezado a dialogar con el resto de las fuerzas políticas. Sinceramente me parece correr mucho riesgo y muy deprisa.

En mi opinión, el “reloj de la democracia” se puso en marcha el 6 de diciembre de 1978 (Referéndum de la Constitución) y se intentó parar el 23 de febrero de 1981 (El intento de golpe de Tejero). El reloj de la democracia siempre está en marcha. La teoría de los turnos (La Tienda), primero el 1º, segundo el 2º es totalmente cuestionable con un sistema de acuerdos (El Parlamento). El comenzar un intento de investidura sin haber previamente establecido negociaciones con el resto de las fuerzas políticas ha llevado o llevará a que tengamos unas elecciones el 26J (Y no cualquier otra fecha). En la Constitución no se plantea como resolver el dilema de que: no habiendo candidato de gobierno por no conseguir los apoyos suficientes y sin necesidad de pasar por una investidura fallida (humillante) se convoquen unas nuevas elecciones.

Para llegar a donde estamos, lo mejor hubiera sido no proponer a nadie que no garantizara ganar la investidura. Seguiríamos con un gobierno en funciones, pero seguiría abierto el plazo de negociaciones, ¿Hasta cuándo? Eso es lo que no determina la Constitución.

Negociar bajo presiones que no tienen que ver con la propia negociación, como son los plazos o el tiempo, nunca es bueno. Para llegar a entregar unos buenos deberes a tiempo, todo estudiante sabe que no puede dejarlos para el último día, aunque dedique la última noche a rematarlos. Siempre hay que considerar un plazo para hacer las cosas, pero aquí no tenía por qué haber existido esa premura, o tanta premura.

Ahora nos llevamos las manos a la cabeza por la convocatoria de elecciones y todos quieren utilizar esa excusa para forzar y acusar a los demás, incluso para hacer, aparentes, nuevas propuestas de última hora.

Sigo sin conocer la solución sobre qué hubiera pasado si transcurrido un tiempo, nadie hubiera podido conseguir los apoyos necesarios y nadie hubiera sido propuesto por el Rey, pero ese asunto es más técnico y para eso tenemos un montón de gente sabia, o a lo mejor sobre este asunto hubiera sido más fácil llegar a un acuerdo y a lo mejor se hubieran tenido igualmente que repetir la elecciones, pero por el momento eso no lo podemos saber. A lo mejor en esta segunda vuelta si el proceso se hace bajo el prisma parlamentario y no el de los turnos, conseguimos otro resultado aunque los resultados de las elecciones sean los mismos.

Ya todos y todas conocéis el resultado de la designación del Rey a Pedro Sánchez para conseguir la investidura (Segunda humillación del Rey, primera de Pedro Sánchez). No voy a volver a contar la historia, salvo indicar que todos los argumentos “políticos” utilizados por todas y cada una de las fuerzas políticas han sido desarrollados en laboratorios de respuestas, con probetas de líquidos inconfesables, con la única razón de “excusar mis actuaciones y acusar al contrario”, es decir, mantras y pamplinas a repetir hasta la saciedad. Ninguno se ha mirado hacia dentro, o a lo mejor sí, y no le ha gustado lo que ha visto.

Por cierto, no he hablado de las propuestas políticas concretas de cada formación. He determinado las incompatibilidades entre formaciones, derivadas de sus propias declaraciones, y el carácter nacional o nacionalista de las mismas, para poder entender las posibilidades primigenias de establecer acuerdos.

En conclusión, el Rey no debería proponer a nadie que no garantice ganar la Investidura y formar Gobierno, para eso se hacen las consultas a las formaciones políticas y las formaciones políticas tienen que hablar entre ellas (o negociar) antes de despachar con el Rey; eso no es deslealtad, ni comprometer las formas democráticas, es trabajar por y para los ciudadanos desde el minuto uno de conocer los resultados electorales; aquí no valen los turnos, no valen las componendas. Los deberes hay que tenerlos terminados antes del nombramiento. A ver si para las próximas elecciones lo hemos aprendido, todos y todas.

Parafraseando la canción de José Feliciano, tenemos clavadas dos cruces en el monte del destino: La primera, la torpeza de un Jefe de Estado, en nuestro caso el Rey Felipe VI, que propone un candidato a la Presidencia de Gobierno sin tener garantizado que ganará su investidura en el Parlamento; la segunda, la soberbia del candidato (estoy seguro que los del laboratorio de respuestas lo llamarán responsabilidad, pero una vez más no estaré de acuerdo con ellos), en nuestro caso Pedro Sánchez, que acepta su nombramiento sin ni tan siquiera haber empezado una ronda de negociaciones (O al menos es lo que nos han contado). Torpeza y soberbia dos ingredientes que suelen dar malos resultados.